LAS SIETE MARAVILLAS DE RÍO DE JANEIRO

Río de Janeiro es una ciudad regalada con las bendiciónes de la propia naturaleza. Por esas playas, en todo lo que la mirada alcanza, todo es muy grande, todo es formidable, inmensurable, intransferible, privilegioso. ¡Vivimos en una ciudad llena de hermosura, fundada con harmonía entre el mar y la montaña, dotada de características llenas de profusiónes, que hacen de Río de Janeiro una ciudad inolvidable y maravillosa! Es un Paraíso que deja el intelectual sin palabras, adonde decir "¡buenos días!" es hecho con tanto entusiasmo, que tornase evidente que, Río, es una ciudad con alma. Ciudad plural, globalizada, universal, postal, santificada, y con una incomparable calidad de vida. Por todo eso, Río es y siempre será, la ciudad de los sueños de toda la gente que tiene ganas de vivir momentos llenos de alegría.

Acá, ¡toda la gente es bienvenida! Hogar de todas las razas, creencias, pensamientos, bienestar, deseos; ¡Ciudad de la Felicidad! Con nuestras banderas siempre izadas pidiendo paz, seguimos amando y viviendo, soñando y crecendo, reyendo de nuestra propia suerte, porque ser feliz es calidad de vida, ¡y ser carioca es un milagro que ni siquiera Freud explica!

La primera lección que todo turista, carioca, **fluminense**, brasileño, universal, aprende al se apasionar por el Río, es mirar como estranjero para nuestra propia ciudad, y por que no, mirar con hondo conocimiento para la tierra estranjera. Así descubrimos la razón de cada aspecto físico, geográfico, histórico, del folklore, de las artes, naturales y culturales de una ciudad que es llena de facetas, entrelazada por una lengua muy rica, que es lo más grande patrimonio cultural de nuestra gente, unido por la fuerza del negro, del blanco, del indígena y de pueblos de todas las naciónes, que hicieron de Río de Janeiro, nuestra casa en ese inmenso Brasil, subrayando nuestro deseo de trabajar con ganas, y la fuerza que nos has hecho fuertes, sin jamás tener nos hecho flacos.

Maracaná, Playas, Corcovado, Pan de Azúcar, Bahia de Guanabara, Laguna Rodrigo de Freitas, Cariocas. ¡Esas son las Siete Maravillas de Río!

Río de Janeiro, con los brazos abiertos, hecho abrazos en nudos apretados, sentimientos libertados, dando la bienvenida a todos los pueblos. Ciudad desplazada por corazónes resollantes, eternizando momentos en cuerpos sensuales, llenos de hermosura, dorados, asoleados, saludables. Mentes geniales que descubriran que lo secreto de la longevidad del carioca está en amarse.

¡Corcovado es la fotografía de mi espíritu! ¡Mi Maravilla de Río! Tener el Cristo Redendor regalándome sus bendiciónes de la cima del Cerro del Corcovado, es para mí como si Dios por toda la vida, ¡me cargase en sus brazos! El Parque Nacional de la Floresta de la Tijuca, adonde vive mi Cristo, es lo más grande Parque Urbano del Mundo. Saber de eso, me hace amar mucho más a esa ciudad, que regala a nosotros, un pulmón natural en el patio de nuestras propias casas. La mirada a los pies del Cristo, es como veer a mil àngeles en adoración a la Naturaleza de Dios. Es el sitio más hermoso de Río, pues del Corcovado atisbamos la Bahia de Guanabara, la Laguna Rodrigo de Freitas, las playas de la Zona Sur de Río, y tenemos un magnífico panorama de la urbanización de la ciudad. Monumento espléndido que desde su construcción en 1926, yá empezó a ser un honor para todos los “cariocas”. Bendita arquidiócesis de Río de Janeiro, que sabedora del hecho que cambiaría la história de la ciudad, estuvo el frente del proyecto, cuya fecha de inauguración es 1931. Sus maestros intelectuales, el escultor Paul Landowski y el arquitecto Heitor da Silva Costa, tornaronse imortales y inseparables de la história de Río, moldeados a la aura de la ciudad. Con treinta metros de altura, veintiocho metros de envergadura, mil ciento cuarenta y cinco toneladas, asentado en una base de ocho metros de altura, allá está nuestro Jesucristo Redendor, que también posee una bellísima capilla. Por huellas, de auto, a través de escalonadas, de tren... ¡Si "quien tiene boca vas a Roma", y todavía camina más un poquito hasta el Vaticano para mirar al Papa, entonces quien tiene fe vas al Corcovado, viene a Río de Janeiro! Que de enero a enero, en todas las épocas y estaciónes del año vive en fiesta, porque para ser feliz en Río, es necesário ante mismo de nacer, desear del fondo del corazón: ¡Madrecita, quiero ser carioca!

Corcovado es un sitio para amar, enamorar, meditar, sentir el encanto de la caída del sol, fotografiar, filmar, eternizarse, llevar a los amigos, pasear con la família. Babilónia absoluta, adonde el mundo se descubrió más humano.

Es el sitio de mis sueños más sigilosos y complejos, adonde mi alma encuentra la luz. Cristo Redentor, que es la prueba indiscutible de que desplazados por una latinidad llena de magnitud, del alto de la ciudad, cada carioca darse cuenta de su vida " in the south american way."

¡Por todo eso que llena esa ciudad de sentimientos profundos, estar en Río es un suceso inolvidable! Que Dios dé bendición a esas tierras, eses mares, a esa fauna, a esa flora, a los ríos y a los morros. Que en cada uno de nosotros, brote una llama que jamás se apague, un deseo incontrolable de victória, de salud, de ser feliz, de paz en el espíritu, de la busqueda por los derechos de los ciudadanos, y sobretodo de solidariedad.

Cada carioca es un guía de turismo innato. Por eso, vamos a ser siempre los mejores para nosotros y a jamás olvidarnos que somos mujeres nobles y caballeros, entrenados para recibir a damas e caballeros. Por más pequeña que sea la actitud, sea ella un "¡hola!", un apretón de manos, un mirar más atento, una palabra de adicto, un trabajo bien hecho, por lo sencillo suceso de haber existido, yá tiene la capacidad de transformar lo Río de Janeiro en un sitio mejor. Al fin, personas felizes y realizadas, ¡pueden todo!

¡Corcovado es Río de Janeiro y es esperanza! ¡Cristo Redentor es Dios materializado en imagen! ¡Es así que la fe de nuestra gente desplaza montañas! Hablando de eso, a todos los cariocas y turistas de todo el mundo, ¡mis cordiales homenajes!